Tratando de decir un poco mas de lo que se calla

Como práctica, como un dado, pequeño, con varios lados y talvez demasiados puntos...

miércoles, 11 de enero de 2012

Reivindicación de los bajíos- José Cervera-



Extracto del articulo publicado en el tercer número la revista Orsai. "Reivindicación de los bajíos- Cómo la web nos está proporcionando una mejor inteligencia para el siglo XXI-"
 
(...) La arqueología nos confirma que el Homo sapiens sapiens viene de una rama de simios que desde hace casi tres millones de años coevoluciona con la tecnología. Nuestros antepasados utilizaban herramientas cuando no eran mas que monos bípedos, mucho antes de desarrollar sociedades o inteligencia. Somos animales dependiente de la tecnología desde mucho antes de ser siquiera humanos; o dicho de otra forma, somos humanos a causa de nuestra tecnología, una especie simbiótica con nuestras herramientas. No hay un paraíso pretecnológico al que regresar: jamás lo hubo. Solo estamos nosotros: un mono que lleva tanto tiempo haciendo máquinas que ya no puede separarse de ellas. El ser humano, el mono ciborg.


1 comentarios:

Javi Santos dijo...

Se dice que la Web contribuyó a las posibilidades de comunicación, por ende también a la comunicación de la información y, por lo tanto, a la comunicación de conocimiento, es decir, en definitiva, de la educación, de la cultura, etcétera, etcétera, etcétera. Pero amigos de la informática: ¿Cuál es la certeza, si es que hay modo de verificarlo, que, habiendo recorrido de nodo a nodo las infinitas fuentes de información y, habiendo encontrado una documentación exacta referida a nuestra búsqueda, hayamos aprendido algo verdaderamente? Ustedes dirán: sí, se aprende de una manera veloz y cada vez más autosuficiente. En un futuro, como lo ha premonitado la ciencia-ficción, el trabajo duro será para las máquinas, ya no habrá que esforzarse y el conocimiento será ampliamente generalizado y global. Y tienen razón, quizás haya un conocimiento, pero para mí, así, jamás un aprendizaje. Aprender es más que conocer, aprender no solamente es absorber contenidos, se trata aquí de nuestro futuro como personas capaces de forjarse una identidad, un carácter que no se traman en lo virtual. La Internet, no puedo dudarlo, tiene sus beneficios, pero el aprendizaje, señores, es en lo profundo y en lo personal. Una cultura virtual no respeta identidades, las personas se relacionan no con un autor, con un libro, sino con una enciclopedia. El trato es tan amplio como poco comprometido. Y una educación sin profundidad y sin compromiso raya en el ocaso. Sin embargo, yo, Javier Santos Rodríguez, estoy lejos de tener una verdad acerca de este asunto. Realmente estamos parados en un momento de transición para mí, entre dos edades históricas, y eso no nos da permiso para elaborar una conclusión verdadera. Otros más hábiles sabrán refutar todo lo dicho anteriormente y tendrán sus razones. Por eso, creo que existe en mí un cuestionamiento que va más allá de la disyuntiva y que determina como necesarias las dos posiciones. Veo la cultura como un barco de vela en alta mar. Me parece sinceramente que no habría avance cultural sino por el viento que adviene lo nuevo, lo moderno, la tecnología y la informática. Pero, pero, para que un barco cultural avance es necesario su vela, es decir la resistencia a ese viento, que si no fuera por la vela, sería puro vértigo y habría quizás un riesgo que no significaría cambio, sino algo peor, degradación de la cultura. Creo, y en eso estoy muy seguro, que los cambios son moralmente buenos pero que tienen que ser paulatinos y suaves. Aun así, percibo necesario el viento, el vértigo contenido en diálogo con la vela. Tampoco se avanza sin viento.