
Hablamos de libre albedrío; Oscar Wilde improvisó esta parábola:
Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de acero. Un día, a dos limaduras se les ocurrió bruscamente visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que seria esta visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago deseo se transformo en impulso. ¿Por que no ir hoy?, dijeron algunas, pero otras opinaron que seria mejor esperar hasta el día siguiente. Mientras tanto, sin advertirlo, habían ido acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se dieran cuenta de nada. Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuando más hablaban, más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran las otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que hacia ya tiempo que le debían esa visita. Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose.
Al fin, prevalecieron las impacientes, y, en un impulso irresistible, la comunidad entera gritó:
-Inútil esperar, iremos hoy. Iremos ahora. Iremos en el acto.
La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrío, porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria.
Del capitulo XIII de The life of Oscar Wilde (1946), de Hesketh Pearson.

2 comentarios:
uff creemos que somos libres y no lo somos? existe el libre albeldrio?
Jeje, quedarse con el libre albedrio seria como creer que el imán tiene todo el poder. y me molesta ver las cosas dialecticamente... y si apareciera otro imán¿?
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