Tratando de decir un poco mas de lo que se calla

Como práctica, como un dado, pequeño, con varios lados y talvez demasiados puntos...

sábado, 6 de julio de 2013

Comienzan las vacaciones







Comienzan las vacaciones, y los chicos, empiezan a llenar las calles de papeles y caramelos, de chicles pegados en el piso y gritos de novedad por el centro de la ciudad. Los chicos empiezan a inundar las calles, algunos se quedaran a vivir en ella. Luego, cuando se acerquen los otros niños, tendrán miedo, mucho miedo. Con el tiempo aprenderán a no mirarlos mas, a no pensaran mas en que hace frió, ni calor. Pensaran mejor, en el ruido de los colectivos y en lo molesto que es, que todos los niños, en vacaciones, llenen las calles con papeles de caramelos.


Foto: http://www.flickr.com/photos/freedomiiphotography/

Sobre vos (co-escrito)



Las voces de la noche comenzaban a escucharse; Me encontraba sólo, perdido entre la nada, sin rumbo. El vidrio empañado del autobús, solo me dejaba ver las luces en el camino, autos y las puertas de algunas casas al costado de la ruta.

No podía pensar en otra cosa, tu imagen permanecía en mis pensamientos constantemente; Me dolía el alma, desaparecía con cada segundo que pasaba. No me creerías, pero tu sonrisa se mezclaba con los retos de mi padre, que si no sirvo, que no entre ahí, que no toque eso, o aquello, que así ya no se puede seguir. Ahora todo era tan similar, hoy ya no podía tocarte, y eso me atormentaba. Sumido en tus recuerdos, ya no escuchaba la música típica de los autobuses, los niños que se quejaban con sus madres se iban perdiendo en la noche y quedaban atrás como los carteles de máxima velocidad.
Juraría que hice lo posible por asimilar que ya no estabas, pero se me hizo imposible aceptar tu ausencia, tu eterna ausencia.
Al bajar del autobús continué mi camino hacia ningún lugar; Podía sentir tus pasos acompañándome como cada antigua noche en la que solíamos salir a caminar, podía sentir el calor de tu cuerpo rozando el mio, tus abrazos cálidos, y hasta escuchaba tus palabras pronunciadas suavemente. Por suerte el viento me acompañaba y el murmullo en mis oídos no era de locura.
En el camino no se encontraba ni la heladería en la que comprábamos al volver de nuestras caminatas, ni había cerca ninguna casa de amigos, ni tu familia en la que ya me llamaban por mi apodo. Por suerte esta noche, al regresar a casa no habría nada que me recuerde a ti, pensé. Pero tal vez seria mejor tener algo a que aferrarme, algo para no pensarte.
Luego de entender que me dirigía a casa y que no te encontraría en ella mire las estrellas e intenté buscar
algo que te reemplazara en las noches frías, en los momentos de tristeza, en los triunfos de mi vida y demás cosas.
Se me hizo tan difícil el no querer pensarte más, que solo logré seguirte extrañando. Al fin y al cabo, los amores no se olvidan; Tu personalidad única y extrovertida me marcaría para siempre, y tus "para siempre" se convertirían en cenizas de cartas de amor. Tenía que haber alguna forma de deshacer tu persona de mi persona.
Ni la bebida, ni otras mujeres pudieron con vos en estos años. Hasta escaparme al sur no fue suficiente. Incluso un temporada trate de encontrarte en los ojos oscuros de una correntina, que anda saber por que, se fijo en mi. Fue lindo, no lo niego, pero no era igual. A fin de cuenta nada lo seria y a mis 40 años no hay mucho margen de maniobra. Si, ya me suena la voz de mi viejo diciéndome, " pero que te crees, todo lo que haces tiene consecuencias". Al menos el perro sale a recibirme hasta la entrada.
Y así fue que nada pudo contra vos, así fue que tuve y tengo que vivir cada día con tu presencia ausente, sin tu sonrisa, sin tus abrazos, sin tu cuerpo. Te quedaste en mi vida por siempre, y al mismo tiempo me dejaste tu ausencia.
Convivo con las esperanzas de que algún día te puedo llegar a cruzar por las calles del barrio, aunque no se cual sería mi reacción. Mientras tanto, lo único que te sigue perteneciendo es mi corazón, que escribe sobre vos cada vez que te recuerda sobre el sillón, provocándome para encontrar el amor una vez mas, o al menos, saber con resignación que vos estas, en otro sillón, con otro cuaderno, escribiendo sobre mi.


Con Erika Carió